DESTRUCCIÓN
Madrid, 9 de marzo de 1937
LA CIUDAD HERIDA
Madrid resiste después de los combates en el Jarama que perseguían cortar la carretera de Valencia para cerrar el cerco a la ciudad y comienza una nueva ofensiva del ejército rebelde en el sector de Guadalajara. El duro invierno se hace interminable. Lluvia, frío y niebla. Los bombardeos no han cesado desde el comienzo de la guerra. Trasladado el gobierno a Valencia y sin Ayuntamiento, la ciudad fue un verdadero infierno a partir del 7 de noviembre. Una Junta de Defensa, fue encargada de las tareas de gobierno en Madrid. La ciudad que supera el millón de habitantes, que ha acogido a refugiados que escapaban de las poblaciones que iban ocupando las columnas rebeldes en su marcha hacia la capital, ha cambiado desde el comienzo de esta guerra, a nuestros ojos, en todas sus dimensiones. Se ha librado una cruenta batalla y desde noviembre, cuando se inició la ofensiva directa, se contabilizan 1.490 muertos, 430 desaparecidos y 3.502 heridos.
El frente se avista bien desde lo alto del rascacielos de la Telefónica, blanco y guía de la artillería que dispara sin cesar desde el cerro Garabitas. Tan sólo quinientos metros separan la ciudad de las líneas de fuego, desde la plaza de La Moncloa a la Casa de Velázquez, en la Ciudad Universitaria. La guerra no interrumpe el pulso vital de la ciudad destruida. Frente y retaguardia se entrelazan en plazas, como la Puerta del Sol, foro de soldados recién llegados del frente y de civiles que improvisan mercadillos en los que se puede encontrar de todo. La Ciudad Universitaria es campo de batalla, de encarnizados enfrentamientos, el barrio de Argüelles ha sido duramente castigado. La Junta de Defensa ha dictado medidas - a instancias del delegado de Frentes, Francisco Caminero- organizando visitas guiadas para los informadores gráficos de la prensa republicana y extranjera.
Al ver las fotos tomadas en aquellas jornadas, que muestran las heridas abiertas como efecto de los ataques de la aviación y del cañoneo artillero, es imposible dejar de pensar en el milagro de Madrid. El itinerario fotográfico nos lleva a un paseo entre ruinas. En la calle Hilarión Eslava, ha sido bombardeada la Casa de las Flores, donde vivió el poeta Pablo Neruda, y que era el prototipo de los nuevos barrios de Madrid, en la calle Vicente Blasco Ibáñez, antes calle de la Princesa, se amontonan los escombros ante la iglesia del Buen Suceso y en la calle Roso de Luna ha sido destruida por completo la iglesia del Corazón de María. Se abren al vacío fachadas en el aire, de edificios huecos. El teatro de variedades Ideal Rosales, la fábrica Gal y el Laurel de Baco no escapan al paisaje desolado.
Las bombas caen sobre el corazón mismo de la ciudad, en la Puerta del Sol, en la calle de Alcalá ha quedado destruido el palacio del Marques de la Torrecilla, donde estuvo el Café Madrid, y en este monumento se van iniciando por parte de la Junta de Protección del Tesoro Artístico los trabajos de protección en la portada del arquitecto Pedro Ribera. No escapan a los ataques las barriadas obreras como Entrevías. Caen las bombas sobre hoteles, el Savoy, hotel de los aviadores donde se alojaban los asesores soviéticos, y también son blanco de la aviación museos, imprentas, escuelas y hasta el mismo domicilio del presidente del gobierno de la República, Francisco Largo Caballero.
Carmen Dalmau / Raúl Domingo.
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