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RETRATOS
Madrid, 26 de febrero de 1937

GALERÍA DE RETRATOS

La guerra ha despertado un afán general de retratarse, hasta en gentes siempre reacias a la fotografía, como si todos y cada uno, ante la posibilidad inmediata de riesgo tuvieran el oscuro deseo de dejar tras de sí un recuerdo material que los perpetúe. Otro de los cambios a los que estamos asistiendo en estos momentos consiste en que lo que era invisible, ahora se ha vuelto visible. Aquellos retratos de estudio, inevitablemente rígidos, de pose artificial y con apoyos de columnas de cartón, pesados cortinajes y decorados teatrales, han dado paso a retratos naturales, captados en el instante, que recogen los rostros de gentes del pueblo.

El buen oficio aprendido en los estudios familiares, donde ser un buen retratista era sinónimo de prestigio, se ha visto sometido a la influencia de fotógrafos extranjeros que han venido a cubrir la guerra, a cierta estética vanguardista que ha puesto de moda las tomas en contrapicado y a la propia necesidad de captar la nueva realidad. Todo esto ha dado como resultado una nueva mirada a la hora de registrar con la cámara rostros y figuras, que concentra toda la expresividad en el rostro, desatendiendo la indumentaria, la pose y los fondos.

Los retratos individuales aproximan al personaje en encuadres de busto y medio cuerpo y centran toda la atención en miradas y sonrisas. Los retratos de grupo presentan variedad de encuadres según el número de personajes. Cuando son dos o tres, se capta la cercanía emocional que los une, cuando el número aumenta hay preferencia por composiciones piramidales, buscando orden en la simetría.

Los retratos que acompañan la crónica, pueden servir como ejemplo de esta nueva manera de retratar. En el personaje sentado coexisten todavía rasgos de la manera tradicional ya que se nos presenta con atributos que le revisten de cierta autoridad, e insignias que identifican su adscripción al servicio del Transporte Mecánico. La verdadera fuerza está en el rostro, con rasgos que le individualizan, como la barba, la mirada y el esbozo de una sonrisa con la que se intenta transmitir empatía y optimismo. En el fondo, desenfocado, se dibujan siluetas de automóviles, que le relacionan con el transporte militarizado.

El otro personaje es un enlace motorizado con el frente. La toma en contrapicado presenta en primer plano el faro de la motocicleta. El fondo neutro concentra toda la fuerza en la figura del retratado. El desplazamiento del encuadre nos da la sensación del movimiento que está a punto de iniciarse y la velocidad que llegará a alcanzar. Se impone al espectador una idea de modernidad, agilidad y conexión entre el frente y la retaguardia.

Carmen Dalmau / Raúl Domingo.

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